Los productos de limpieza no eliminan la suciedad de por sí, si no que tienen como misión la de desincrustar, levantar la suciedad de la superficie donde está depositada.

Un producto de limpieza actúa de manera que al aplicarse sobre la superficie a limpiar provoca una reacción química que se denominada “CONEXIÓN”.

El producto de limpieza empieza ahora su fase de acción para “SEPARAR” la suciedad de la superficie donde estaba adherida.

Está es la función principal de un producto de limpieza, separar la suciedad de donde este fijada. Y para ello el producto utilizado debe ser el especifico para poder ”atacar” a la suciedad, y dependiendo de qué clase de suciedad sea, deberemos utilizar un producto especifico.

Una vez que el producto de limpieza ha despegado la suciedad entra en juego el método de limpieza a utilizar, la fregona, un paño, una maquina aspiradora, etc. 

Este es un punto muy importante, ya que aunque el producto de limpieza utilizado sea el correcto y haya conseguido levantar la suciedad, sin un método adecuado de limpieza, no recogeremos la suciedad, y esta volverá a adherirse nuevamente en la superficie o –en la mayoría de los casos– terminara dispersa por la superficie.

Por tanto, limpiar no es solamente utilizar un buen producto de limpieza, sino que también lo es el recoger las partículas de suciedad que hemos logrado levantar de la superficie que estemos limpiando.